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Llegada de la afición baskonista a Foronda.
Malestar entre la afición por la gestión del viaje de regreso a Vitoria
BASKONIA

Malestar entre la afición por la gestión del viaje de regreso a Vitoria

Muchos seguidores se perdieron la prórroga de la final por las apreturas horarias y una estrictez variable en los traslados al aeropuerto

Iñigo Miñón

Lunes, 16 de mayo 2016, 22:41

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Sueño, fatiga, ojeras, cuerpos agotados. Los síntomas de un largo viaje de regreso, el de las ilusiones frustradas, que empiezan a adaptarse a ese espacio en el que la resignación le va ganando poco a poco espacio a la decepción. Después de que el baloncesto le castigará con el látigo de un cruel desenlace en Berlín y le condenara a la maldición del mal llamado duelo de la consolación, la expedición baskonista aterrizó en Foronda a las cinco de la mañana de ayer, lunes. Donde el viernes había sonrisas, esta vez eran todo semblantes castigados por el resultado y la acumulación de retrasos en los desplazamientos. Los de la ida se compensaba con la ilusión, los de la vuelta se agravaban con el cansancio.

Y, sobre todo, por la sensación de haber sido expuestos a una mala gestión que condicionó la despedida de Berlín, abrupta en el caso de muchos seguidores baskonistas, los que viajaban en los chárter oficiales del club, administrados por Viajes Eroski. Obligados por los límites horarios nocturnos del aeropuerto de Schönefeld, la vuelta estaba demasiado ajustada con el reloj deportivo de la Final Four y la prórroga del partido entre el Fenerbahce y el CSKA no hizo sino agravar un problema que salpicó a demasiada gente.

La excesiva rigurosidad de las empresas alemanas contratadas para el traslado agravó el problema. El aeropuerto de Schönefeld, segundo en importancia tras Tegel en Berlín, está ubicado a algo más de 20 kilómetros de la capital alemana, en el estado federal de Brandeburgo, y los horarios de los vuelos (12.30 horas) obligaban a presentarse allí sobre las once de la noche, muy poco tiempo después de una final que empezaba a las ocho de la tarde. Y muchos seguidores azulgranas se vieron obligados a abandonar el Mercedes Benz Arena sin poder ver el desenlace de un evento que no es precisamente barato.

También del CSKA

El trato diferencial terminó de desatar el caos. Mientras algunos aficionados fueron obligados a estar puntuales bajo la amenaza de perder el autobús, otros pudieron esperar al final del partido y otros autocares aguardaron unos minutos más para que los medios de comunicación alaveses pudieran recoger sus instrumentos de trabajo y llegar a tiempo. De este modo, hubo gente que se fue sin ver el partido para esperar después en el asiento el llenado del autobús, con el consiguiente lógico malestar.

No fue un problema exclusivo de los seguidores vitorianos. Algunos del CSKA celebraron el título de su equipo en la propia terminal del aeropuerto, donde, a modo de agradecimiento por su comportamiento en el campo, también dedicaron cánticos de ánimo al Baskonia. La duda es qué habría pasado si el Laboral Kutxa, cuyos jugadores tampoco pudieron estar puntuales en Schönefeld, hubiera alcanzado la final. Una amarga despedida de una ciudad que fue azulgrana por cuatro días.

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