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Bargnani encara a Javtokas en Kaunas.
Hasta que el acierto se ausenta
EUROLIGA

Hasta que el acierto se ausenta

El Baskonia recupera tarde el pulso ofensivo y cae en la cancha del Zalgiris

Carlos Pérez de Arrilucea

Viernes, 21 de octubre 2016, 16:50

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El acierto no es siempre un compañero fiable, pero su cercanía siempre resulta vital en el baloncesto. Predicar la defensa nunca está de más, pero en este deporte sigue ganando quien más puntos mete en el aro rival. Al menos, hasta nueva orden. El Baskonia es, a día de hoy, un equipo que tiene en la puntería uno de sus grandes sustentos, la misma virtud que le abandonó durante el fatídico tramo final que del choque de ayer en la cancha del Zalgiris. Fue un epílogo aciago, un caso de afonía letal que dio con el conjunto azulgrana sobre la lona, presa de los desequilibrios que se fueron agudizando a medida que avanzaba el choque. El veneno se extendió hasta promover el colapso total para alegría del anfitrión lituano y de sus poco más de 15.000 enfervorizados seguidores que le jalearon en un Zalgirio Arena.

Pero fue la falta de precisión y las malas selecciones de ataque las que certificaron la defunción azulgrana. El único triple de la noche logrado por Shane Larkin y que colocó el 67-68 en el marcador a falta de seis minutos para el final dio paso a un parcial de 8-0 y casi cinco minutos de absoluto silencio anotador del Baskonia (75-68, minuto 39). Entre medias, la desorientación general después de la marcha al banquillo de Bargnani tras cometer su quinta personal y la sensación de que se escapaba un partido más que abordable debido a las graves concesiones defensivas, que tendieron puentes hacia el aro a jugadores como Leo Westermann, auténtica pesadilla azulgrana en el duelo de ayer, o Antanas Kavaliauskas.

Exceso de aceleración

Al fin y al cabo, tampoco estaba sobrado el Zalgiris de recursos como para resolver el duelo por la vía de la contundencia, aunque el Baskonia se encargó de abrirle paso hasta la victoria. Josh Akognon volvió a activar la corriente ofensiva tras un robo de balón culminado con un contraataque certero para situarse con un 75-70 con minuto y medio de juego por gastar. Todavía había margen para la reacción, pero el Baskonia ya era un equipo presa del exceso de aceleración, embarcado en una carrera en la que parecía no mirar el reloj para intentar ser más certero con las balas que aún le restaban por gastar. El cargador se acabó con un puñado de acciones individuales sin éxito mientras que al Zalgiris le bastaba un ápice de talante conservador para preservar la ventaja.

La derrota golpeó al Baskonia viajero que se quedó sin pieza alguna que echar al zurrón en su primera salida continental. Su inmadurez a estas alturas de curso y algunos problemas estructurales fueron su condena, pero el partido dejó esa incómoda sensación de ocasión perdida ante un Zalgiris batible, incluso al calor de su público. En cualquier caso, el resultado le recuerda al conjunto vitoriano que, lejos de casa y con la Euroliga como escenario, se necesita alzar mucho más la voz y ser capaz de sostenerla durante más tiempo para terminar por romper el cerrojo de cualquier casa ajena. El equipo de Sito Alonso trató de abrirse paso en un equilibrio delicado, entre los dos extremos que, ahora mismo, condicionan buena parte de su juego. No son otros que Andrea Bargnani y Adam Hanga; el pívot francotirador y el alero todoterreno cuyas piernas volvieron a cargar ayer con una odisea de 35 minutos en cancha. Los puntos del primero y la capacidad del húngaro para generar juego desde la defensa y el juego en transición fueron buena parte del sustento del Baskonia durante la primera parte. La temprana marcha de Shengelia tras cometer la tercera falta después de cuatro minutos de juego fue la primera complicación que tuvo que manejar el cuadro vitoriano. La ausencia del georgiano agudizó los problemas en el rebote, una grieta que no terminaba de aprovechar el Zalgiris, que veía como el visitante controlaba el marcador con un juego a tirones, gobernado por los altos porcentajes de acierto. El Baskonia no dominaba el ritmo, pero brillaba en puntería; cedía 11 rebotes ofensivos el descanso, pero semejante descontrol bajo el aro propio no le impedía marchar a los vestuarios con un 34-40.

La ventaja no era desdeñable, pero las sensaciones que el Baskonia transmitía no invitaban a la calma. El Zalgiris necesitaba ponerse a la par en materia de acierto, ya que en intensidad se acercaba o incluso superaba a los vitorianos. Los bálticos cuadran su juego en un tercer cuarto desbordante, saldado con un 27-21 a favor que igualaba el marcador (61-61, minuto 30). La ola amenazadora del Zalgiris había cogido fuerza y terminó por desatarse en los diez minutos finales hasta sepultar al pasajero baskonista.

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