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Voigtmann, uno de los baskonistas más destacados ante el Maccabi.
La fuerza del martillo
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La fuerza del martillo

El Baskonia tira de paciencia y constancia para romper al Maccabi en el último cuarto tras una primera parte intensa y muy disputada

Iñigo Miñón

Jueves, 29 de diciembre 2016, 19:36

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El Baskonia de la Euroliga es otro. Concentrado, intenso, solvente, acertado. Una lista de virtudes a las que ayer, además, sumó la paciencia y la constancia para aplastar al Maccabi en una gran segunda mitad, como un martillo pilón, después de una primera parte de ritmo alto y equilibrio máximo (101-88). Mandaban los de Sito Alonso subidos a la dirección de Shane Larkin y los puntos de Shengelia y Voigtmann, pero no fue hasta el inicio del último cuarto, después de que el conjunto israelí se acercara a tres puntos, cuando los azulgranas rompieron el encuentro para sellar la décima victoria y cerrar la primera vuelta continental de manera brillante, en la zona noble de la clasificación, por encima de cualquier expectativa inicial. Permiso para soñar. Por resultados y por sensaciones. Por triunfos vibrantes como el de anoche.

El partido lo fue desde el intercambio de canastas inicial. Mucho ritmo y acierto en las dos zonas. El Maccabi tiraba de talento individual y el Baskonia respondía de la mano de Larkin y, sobre todo, Shengelia, que hizo mucho daño a los pívots visitantes con su tendencia al juego abierto. Ni Colton Iverson, a quien sacó dos faltas muy rápidas, ni Zirbes podían con el georgiano. Era un choque igualado, con pequeñas rentas a favor del conjunto vitoriano, que gozó de máximas de seis puntos, la misma con la que cerraría la persiana el primer cuarto (30-24). Muy enchufado el equipo de Sito Alonso. Y atinado de cara al aro, en la antítesis de lo que fue el encuentro doméstico del martes en Gran Canaria.

Al ritmo de Larkin

El Baskonia de Euroliga, en definitiva. Pero enfrente había mucha calidad. El Maccabi, que ayer estrenó técnico en la figura del letón Bagatskis, se está buscando a sí mismo tras un mal arranque de competición, pero nadie puede poner en duda su capacidad técnica individual y una profundidad de banquillo que puso de manifiesto en el segundo cuarto. El conjunto israelí tiró de poderoso físico para endurecer su defensa y embarrar su zona. Y al cuadro azulgrana empezó a costarle encontrar la canasta. Dos posesiones agotadas sin tiro anunciaron el cambio de escenario -de los 30 puntos del primer cuarto a los 12 del segundo-. Y la aparición del talentoso Goudelock, con un triple estratosférico y una canasta de dos en apenas medio minuto, puso por delante a los macabeos (31-33).

Igualdad de fuerzas, equilibrio máximo. Y talento local para volver a mandar en el marcador. El de Larkin, muy enchufado más allá del acierto; el de Voigtmann, cuya buena muñeca también superaba a los interiores amarillos; y el de Shengelia, el baskonista más entonado en la primera mitad, sellada con mínima ventaja alavesa (42-40). Todo por decidir tras una primera parte de baloncesto intenso y disputado. Y la segunda empezó igual. Otro intercambio de canastas y mínimas diferencias alternas.

Hasta que Shane Larkin desquició con un quiebro exquisito a Goudelock, tan bueno en ataque como perezoso en defensa, que solo pudo parar al base baskonista en una falta antideportiva que derivó en dos tiros libres anotados y un posterior triple de Adam Hanga para que el conjunto vitoriano abriera la primera brecha en el marcador (53-45), aumentada después hasta los diez puntos (55-45). La apuesta de Bagatskis por un quinteto pequeño no le salió bien y el duelo bailaba al ritmo del veloz Larkin y los puntos de Voigtmann, con el mejor Budinger sumado también a la causa. Momentos para todos, salvo para Prigioni, que no jugó, y Blazic, que apenas lo hizo.

Desquiciar al rival

El Maccabi no se dejó ir, iba y venía en el marcador. Y si un triple de Voigtmann mantenía las diferencias en esos mismos parámetros, otro de Devin Smith en la canasta contraria impedía la ruptura definitiva. Hasta el punto de que el conjunto israelí se colocó a tres puntos tras sendos triples de Landesberg y Mekel (73-70), a falta de ocho minutos, pero otro de Beaubois, de menos a más, apagó ese conato de insurrección amarilla y el martilleo baskonista empezó a hacer mella en las huestes macabeas. De la mano del pívot alemán y Shengelia, dueños de la zona e imparables para sus pares, que terminaron por desquiciar a los visitantes.

Una técnica señalada a Mekel, una falta antideportiva de Quincy Miller y una técnica a Zirbes les sacaron del partido. 85-70. Duelo decantado del lado vitoriano. Parcial demoledor de un anfitrión que impuso su juego más coral para ganar por aplastamiento. Poco a poco, paciente, hasta arrodillar al Maccabi en el último cuarto. El Baskonia de la Euroliga, el que, centrado en sus virtudes, puede permitirse el lujo de soñar con cualquier cosa en esta competición. Sus números se lo permiten.

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