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Barça-Baskonia | Euroliga Jornada 10: directo y crónica.
Barça 96-Baskonia 84 | Euroliga Jornada 10

La cruel teoría de la manta corta

El Baskonia, que compite muy bien 35 minutos, sufre una cornada excesiva ante un rival de múltiples y muy poderosos argumentos

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Viernes, 25 de noviembre 2022

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Demasiada crueldad. La que debieron de sentir en sus carnes los jugadores del Baskonia después de competir muy bien en el Palau durante 35 minutos. No sólo eso. Hasta el epílogo devastador, el equipo vitoriano presentó su candidatura a un triunfo muy complicado, desde luego, que le esquivó de manera abrupta cuando el duelo ya tomaba el camino del desenlace. En un compromiso vivido hasta el descanso según el ritmo de altas revoluciones que tanto le gusta bailar al cuadro de Joan Peñarroya pesó la teoría de la manta corta.Esa que habla de cuánto se enfrían los pies si alguien quiere taparse hasta el cogote o viceversa.

Y es que el plantillón que maneja Sarunas Jasikevicius arroja argumentos encima de la mesa como si de una timba de cartas se tratara. Un naipe detrás de otro, de modo que al rival apenas le llega aire para recobrar el resuello. También habremos de convenir que el Barça rotó muy bien la pelota casi todo la noche, especialmente tras el descanso, ante un Baskonia de orgullo intacto. Un grupo, el vitoriano, fiel a su modo de concebir el baloncesto desde la larga distancia y que se explica a partir de una trilogía de pequeños: los dos bases y Howard.

Barcelona

Laprovittola (9), Satoransky (7), Kalinic (7), Sanli (8), Tobey (9)

96

-

84

Baskonia

Henry (13), Howard (25), Giedraitis (7), Costello (15), Enoch (4) -quinteto inicial- Raieste, Marinkovic, Díez (3), Thompson (9), Kotsar (2), Hommes (8) y Kurucs.

  • Parciales 22-22, 30-26 (52-48), 24-25 (76-73) y 20-11.

  • Árbitros Boltauzer, Jovcic y Bissang. Eliminado por faltas Kotsar (M. 35).

  • Incidencias 5..599 personas asistieron al encuentro en el Palau blaugrana

Lástima la derrota que el bloque alavés trató de rebatir casi toda la velada. Y, sobre todo, la contundencia final que no recoge fielmente la auténtica discusión deportiva entre dos contendientes entregados en cuerpo y alma. El 52-48 del descanso permitía una lectura en cierto modo beatífica. Una bacanal ofensiva que encaja mejor con la idiosincrasia visitante que en la local. ¿Defensas mejorables? Claro. Pero, por encima de todo, mucho talento distribuido entre ambos bandos que se traducía en unos porcentajes de tiro sobreasalientes. Otra reedición de las obras completas de Betoño. El equipo vitoriano abrazó el intermedio después de lanzar diez tiros de dos y dieciocho triples con mención especial para la versión incandescente de Howard. Ese tipo menudo al que no saben los adversarios cómo reducirle el veneno cuando entra en trance y mete desde el mismísimo banderín del córner.

Nada más arrancar el último cuarto, el diablillo que enciende las chimeneas a llamaradas en jornadas de invierno empató una cita apasionante (76-76). Quizá no tanto para los entrenadores que pronuncian siete veces la palabra 'defensa' por cada invocación al ataque. Pero sí para el espectáculo, soberbio por puntería y calidades, hasta el término del tercer acto. Durante esa fase prolongada en la que hubo competencia de la buena y deseos mutuos de arrancar la victoria, el cuadro de Peñarroya recordó por si alguien no lo recordaba que dispone de un dúo estelar de bases.

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A más claramente Henry, anotador y encargado de llevar la correspondencia a sus compañeros. Y Thompson, autor de penetraciones elegantes. O que el conjunto alavés dispone de un jugador 'guadiana' que repata unas tardes y emerge en todo su esplendor otras. De Howard, escribo, por supuesto. Aunque resultaría injusto obviar otra muestra energética de un Costello siempre dispuesto a sumar para la causa dentro del empeño colectivo para asaltar el banco central del Palau.

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Ya en el partido de la ACB, el Barça manejó todo el segundo tiempo en régimen de monopolio. Ayer redujo esa jerarquía a los cinco últimos minutos, aunque empezó a enseñar su superioridad antes. Bajó las revoluciones que le convenían al Baskonia, movió el balón con criterio hasta debajo del aro y distribuyendo a las esquinas para que el oponente apenas pudiese llegar. Y a las labores relevantes de Vesely y Da Silva sumó las irrupciones poderosas de dos figuras. El tercer cuarto de Laprovittola, que estiró el marcador y el último de Higgins, quien manejó el estoque para apuntillar a un Baskonia orgulloso y herido.

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