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Baskonia-Barça | Euroliga Jornada 20

Para cogerse un rebote de cuidado

Un Baskonia orgulloso con el liderazgo de Sedekerskis paga su mal endémico bajo el aro propio y la falta de puntería exterior

ángel resa

Jueves, 19 de enero 2023

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La noche se presentaba con aroma a partido grande y la cancha se encargó de ratificar lo previsto. Lástima que no haya modo de doblegar el brazo del Barça ni siquiera en el tercer pulso de la temporada entre ambos, esta vez al amparo del público vitoriano. Después de cuarenta minutos en los que el equipo local reaccionó con orgullo hasta cuatro veces para agarrarse al encuentro aunque en el empeño se dejara las uñas, el cuadro catalán profanó el templo de Betoño. El recinto sagrado del que sólo habían salido sin necesidad de pasar por el confesionario Tenerife y Olympiacos.

Baskonia

Thompson (10), Giedraitis (11), Sedekerskis (16), Díez (-) y Kotsar (10) -cinco inicial-, Howard (7), Raieste (-), Marinkovic (6), Hommes (12), Enoch (6), Costello (-) y Kurucs (-).

78

-

85

Barcelona

Satoransky (11), Laprovittola (6), Kalinic (9), Mirotic (15) y Tobey (3) -cinco inicial-, Da Silva (7), Higgins (6), Abrines (3), Sanli (8), Kuric (-), Jokubaitis (13) y Nnaji (4).

  • PARCIALES. 28-28, 12-19, 23-17 y 15-21.

  • ÁRBITROS. Sasa Pukl, Robert LottermoseR y Jurgis Laurinavicius. Los colegiados eliminaron por faltas personales a Howard (min. 40). Además, señalaron falta técnica a Joan Peñarroya (min.19) y al técnico blaugrana Jasikevicius (min. 35).

  • INCIDENCIAS. Partido de la 20ª jornada de la Euroliga. Se disputó en el Buesa Arena ante 10.072 espectadores.

Por supuesto que el conjunto alavés compitió una vez más hasta el punto de meter los dedos en los ojos a un transatlántico poderoso, un club de plantilla extensa, formidable y de aparentes recursos infinitos. De hecho, si tendrá mérito la actuación baskonista que porfió por un triunfo muy peliagudo hasta el final pese a ver durante toda la velada la matrícula trasera visitante.

Y, sobre todo, habrá que reconocer al grupo de Joan Peñarroya ese empeño o carácter indómito para luchar contra el potencial enorme del adversario y reponerse a sus propias frustraciones. Me refiero, fundamentalmente, a ese mal endémico que se conoce demasiado bien en el entorno de Zurbano. Nada menos que ¡dieciocho! rechaces bajo el aro vasco cogieron los discípulos de Sarunas Jasikevicius. Un problema estructural que, en casos tan flagrantes como el de ayer, incitan a cogerse un rebote de cuidado. Pero de los de rumiar hasta consumir toda la saliva que el organismo permite.

Hay que tener presencia de ánimo para reponerse a cada segunda posesión de un Barça que tiró nueve veces más a canasta que el cuadro vitoriano y seguir remando en busca del muelle. Algo semejante cabe añadir del pinchazo moral que debe de representar a un bloque conformado para correr y tirar la puntería exterior extraviada una de las noches en las que más se requería. Porque a falta de candados firmes en el tablero propio, con apenas un 29% de acierto lejano y sin la falta de esos relevos capitulares que el aún lesionado Henry concede a Thompson, vencer al Barça se alzaba como un muro casi infranqueable.

Y, sin embargo, el cuadro alavés lo intentó bajo el liderazgo colosal de Sedekerskis, una marejada creciente que cada vez estrella su caudal con mayor fuerza en las rocas. El canterano báltico ya ha cruzado el umbral de simpática esperanza para constituirse en uno de los valores bursátiles más sólidos y polivalentes del Baskonia. Él, junto al oficio de Giedraitis para colarse por la puerta de atrás y cortar diagonalmente la zona, la valentía de Hommes y el peso específico de Kotsar pese a la sangría en el rebote aportaron lo suyo al ansia de comprometer el triunfo culé.

Hasta en cuatro oportunidades se cosieron los pupilos de Peñarroya a un Barça que fintaba fugas definitivas. Se sobrepusieron a los cinco triples iniciales sin fallo del rival y a su estudiada manera de reducir las revoluciones alavesas desde el vértice básico de Thompson. Sólo que Sedekerskis y Kotsar enarbolaban la bandera de la rebeldía. Como sucedió en un segundo cuarto arduo con Jokubaitis al mando y Sanli apareciendo por los claros que dejaban las ayudas defensivas locales.

O ya después del intermedio aferrándose de nuevo a un duelo incómodo porque el Barça metía algunas canastas desalentadoras en boca de gol. Pero hubo de aparecer Mirotic, auténtico jugador estelar, para sacudirse en el tramo definitivo el acoso conmovedor de un Baskonia sin acierto exterior (Howard, 1 de 7 triples) y engullido por el agujero negro del rebote. Un equipo orgulloso que masca su cuarta decepción europea consecutiva.

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