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Baskonia - Bilbao Basket | Liga ACB Jornada 13

El poderoso influjo de la inercia

El Baskonia impone la neta superioridad de su plantilla en cuarto creciente frente a un digno Bilbao Basket de notable juego interior

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Sábado, 11 de diciembre 2021, 20:24

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Ya lo comentaba Neven Spahija en las declaraciones previas a la riña deportiva de patio vecinal. La Copa que desbrozó al Baskonia en su día el camino de la grandeza dentro de la selva del profesionalismo se asume en Vitoria como un objeto fetichista a cuya feria picante hay que acudir cada año. Licencia libre del cronista, que el técnico argumentó el asunto con otras palabras. Y recordemos que no hace tanto las cuentas salían torcidas sobre la posibilidad de viajar a Granada en febrero. Ahora, habituado de nuevo al dulce sabor del triunfo, mal se le tiene que dar el 'sprint' de la primera vuelta liguera al equipo vitoriano para que su nombre quede al margen del cartel anunciador de los combates por la vía rápida de la lona y el cloroformo.

Bitci Baskonia

101

-

86

Surne Bilbao Basket

  • Primer cuarto 22-18

  • Segundo cuarto 28-19

  • Tercer cuarto 21-26

  • Cuarto cuarto 30-23

Aquel balance tenebroso de 5-6 se transforma, tras solventar con suficiencia el salto de pértiga en el Palau y la valla del vecino, en un horizonte halagüeño. Sólo una alineación contraproducente de los astros apearía, en principio, al Baskonia de su ineludible cita invernal que se le marca como pecado de obligada confesión en cada ausencia. La próxima visita del Betis debería, si no yerran los pronósticos, apuntalar su candidatura a los óscars del rasca y gana allá donde levantó el club su primer título del k.o.

El concluyente marcador (101-86) cuenta media verdad y oculta su parte proporcional de embuste. Desde luego que el cuadro alavés derrotó al vizcaíno a los puntos y por superioridad. Pero no tan manifiesta como indican los números, centenario en el caso local. Decía el exalbiazul Valdano que el deporte (fútbol en su caso) es un estado de ánimo y, trasladado al universo del la pelota grande y naranja, se le compra el mantra como animal de compañía. A estas alturas sólo hay certezas sobre la incuestionable liberación en miembros relevantes de la plantilla azulgrana sobre los corsés que les apretaban la caja torácica. Aquel grupo deshilvanado y de compromiso en cuarentena que apenas alcanzaba los sesenta puntos por noche muta en un equipo con la capacidad anotadora que se le presuponía en verano. Abre la muralla, que cantaba Ana Belén, lema traducido al planeta vitoriano de la canasta.

El triunfo ante el vecino, conjunto hermanado por las riadas de este otoño desproporcionadamente meón, no peligró realmente en toda la noche. Tan cierto como que el orgullo bilbaíno y sus particulares y dignas maneras de agarrarse al parqué distaron de proporcionar al bloque de Spahija una velada demasiado plácida. El triple de un notable Fontecchio, que tal vez necesitaba la atención de los focos con la baja de Giedraitis, zanjó el esbozo de hostilidades (90-78, minuto 38). El Surne se sujetaba con tenacidad y amor propio (65-61 a finales del tercer cuarto) con el anhelo fatalista de quien pretende y piensa que, a la hora de la sentencia, el deseo no le alcanza para lograr el objetivo.

Y es que el Baskonia impuso la calidad de un plantel mucho más suelto desde el relevo técnico en el banquillo. Lo suficiente para establecer diferencias y atenuar, incluso, la evidente superioridad interior del cuadro visitante con la incorporación del recién llegado Inglis a la soberbia puesta en escena de Delgado. El dominicano dominaba al muy renacido Enoch de los últimos compromisos a base de jerarquía en el rebote y recursos anotadodores cerca del aro. Eso, más las batallas personales ganadas por el escolta Thomas ante el perímetro granate y azul equilibraba un duelo que Costello con un triple desde veintiún metros en la última décima del primer acto (22-18) colocó sobre los raíles de la lógica clasificatoria.

El poroso Baskonia de no hace tanto se resiste ahora a prolongar emociones innecesarias para sus intereses. Así que aprovechó el segundo cuarto de una obra con la sorpresa reducida en su libreto para establecer la red de seguridad bajo el trapecio. Los tres triples de Kurucs -imposible reprocharle algo, ni siquiera en las noches oscuras- más los tapones de Costello y el nuevo estado de felicidad transitoria -¿se extenderá en el tiempo?- que vive Baldwin propulsaron al bloque vitoriano según las señas identitarias que le distinguen: toma el balón y corre.

A la vuelta del intermedio la pugna mostró a un púgil local que aguaba el empeño del adversario visitante con el brazo extendido para eludir el cuerpo a tronco. A los acercamientos meritorios del cuadro que entrena Álex Mumbrú respondían Fontecchio y un Baldwin imperial que se siente ahora cómodo como el señor del castillo con zapatillas de casa y batín doméstico. Todo ello para superar la centena de puntos -ciencia ficción hace un mes- y aportar así dinero a la recuperación de La Palma, isla que empadrona a gente con una dignidad conmovedora mientras padece la rebeldía de un volcán con el vómito ardiente.

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