El Baskonia revienta de orgullo

Perdonen el exceso de sinceridad, pero a la hora de redactar esta crónica le tienta a uno escribirla desde las vísceras y recurrir a las letras de molde que resaltan el valor de las grandes ocasiones. Para ensalzar a estos jugadores azulgranas que revientan de orgullo las costuras de sus camisetas. Y, sin embargo, en una velada reivindicadora de los desfibriladores pecaría de reduccionista si obviase la buena cabeza para sostenerse frente a todo un bicampeón y el muy notorio baloncesto que ayer albergó el mausoleo de Zurbano en un festival ofensivo que distingue a ambos contendientes.

Otro triunfo conmovedor cuando más necesitaban el club, el conjunto y la feligresía de un bálsamo poderoso con el que calmar las consecuencias del 'caso Henry', el protagonista en la diana que contempló el duelo de alma presente. El Baskonia afrontaba ayer un desafío mayúsculo. No sólo competirle al ganador de las dos últimas Euroligas, también un ejercicio terapéutico de sanación tras quedar como el púgil aturdido al perder a uno de sus tres mosqueteros exteriores.

En el circense lema del 'más difícil todavía', el hecho objetivo que reflejaba el marcador a poco más de cinco minutos para la bocina final que luego, en realidad, franquearía el paso a una prórroga formidable. El coro que adiestra Joan Peñarroya encarna la sublevación de los rebeldes con causa. 76-87 de aroma fatalista en ese momento, cifras desoladoras que incitaban a una caída honorable. Pero 'rendirse' no es un vocablo de uso común en el vestuario de Betoño.

Parecía misión imposible discutir entonces la victoria a un Efes que dispone de talento en el perímetro para aburrir al contrario. La jerarquía moral de Micic, el veneno de Larkin, la superioridad de Beaubois sobre Howard a ambos lados de la cancha y Clyburn como otro ingrediente disuasorio en el ánimo de los adversarios.

La enésima revuelta

Tras el guantazo moral por el 'caso Henry', al Baskonia le urgía un seísmo interno dentro de la pista con el que reconocerse de nuevo tras el bache de las últimas semanas. Un valle traducido en cuatro derrotas continentales seguidas por el que rivales hace tiempo a distancia situaban ya sus parachoques delanteros demasiado cerca de la carrocería azulgrana. Y el cuadro alavés emergió a lo grande en una emocionante labor colectiva que lideraron dos colosos inasequibles al desaliento.

Cabe repartir las porciones de mérito a todo el grupo, pero el triunfo de ayer -otro de los que reclaman un hueco relevante en el desván de la memoria- no se entiende sin Thompson y Costello. Podría añadirse al gladiador Giedraitis, capitán con mando en plaza bajo los tableros -enorme reboteador-, listo en su visión perimetral y comprometido hasta las cachas a quien le falta meter la bolita.

Veladas como la de ayer revalidan la existencia de la justicia. Claro que el bloque alavés alcanzó el muelle de la prórroga gracias a tres penetraciones de un Howard sometido hasta entonces por el elegantísimo y completo Beaubois -su pesadilla en forma de tapones- y dos triples de Marinkovic y un Hommes casi reducido a ese tiro redentor. Pero debían de ser 'el base'y un Costello soberbio toda la noche quienes firmaran con rúbrica una muesca memorable.

Ya en el tiempo de la propina, el 'cuatro y medio' de Michigan -todo un espartano de su célebre Universidad- anotó dos canastas, una de ellas tras rebote ofensivo, y cuatro tiros libres. Howard, quien agita la mano sobre la superficie del mar hasta en tardes personales de inmersión, sumó cinco puntos. Y Thompson taponó al gigante Pleiss -un holograma ayer- el triple postrero para estirar el combate aún más.

No hay más terapéutico que una victoria lírica por el plantillón que había enfrente -derrotado ya en Estambuly Vitoria- y épica según el modo de obtenerla. A la espera de incorporar a un compañero en el timón, el Baskonia resurge desde el núcleo mismo de su orgullo y de la mano de un base (Thompson) que supone agua bendita para los pívots por sus conexiones aéreas con Enoch y las fintas penetradores para ceder la pelota a Costello abierto en el arco de tres puntos.

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