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Baskonia - Joventut | Liga Endesa Jornada 34: directo y crónica.

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RAFA GUTIÉRREZ
Baskonia - Joventut | Liga Endesa Jornada 34

Ceder el puesto en la parrilla de salida

Un Baskonia inferior cae ante el muy notable baloncesto verdinegro que lideran con manos maestras los veteranos Ribas y Tomic

Ángel Resa

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Domingo, 15 de mayo 2022

Actualizado 10:05

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Después de un partido casi infinito, que amenazó con prolongarse como si se tratara de la mismísima Superbowl, el Baskonia cedió terreno sobre las líneas que delimitan en el asfalto la parrilla de salida para las eliminatorias por el título. En noches como ésta caben la tentaciones escapistas de culpar al empedrado. En el caso que nos ocupa, a una labor arbitral que desquició al equipo vitoriano tras contar las faltas técnicas como la cuenta ascendente del mambo. Baldwin, Peters, Costello, dos a Giedraitis con su consiguiente eliminación... Protestas y ceños fruncidos. Muecas que escondían una cierta impotencia frente a la aparente sencillez con la que el cuadro catalán amasaba pan en el horno de Zurbano.

Bitci Baskonia

Baldwin (17), Giedraitis (11), Fontecchio (14), Peters (6), Enoch (8) -cinco inicial-, Raieste (-), Granger (15), Wetzell (-), Costello (7), Sedekerskis (-) y Kurucs (3).

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Joventut Badalona

Baldwin (17), Giedraitis (11), Fontecchio (14), Peters (6), Enoch (8) -cinco inicial-, Raieste (-), Granger (15), Wetzell (-), Costello (7), Sedekerskis (-) y Kurucs (3).

  • PARCIALES. 16-21, 21-26, 18-16 y 26-26.

  • ÁRBITROS. Carlos Peruga, Vicente Bultó y David Sánchez. Señalaron técnica a Baldwin (min.19), a Peters (min.27) y Costello (min.37) además expulsaron por doble falta antideportiva a Giedraitis (min.37). Sin eliminados.

  • ASISTENCIA. 6.578 aficionados presenciaron en directo en el Buesa Arena el último partido de la fase regular de la Liga Endesa.

Parece una tarea hermanada con la justicia el reconocimiento de la neta inferioridad azulgrana ante el muy notable baloncesto verdinegro. No es la Penya un representante genuino de la dureza, la muestra de músculos abombados y los sones recios de la percusión. Pero cuando sus músicos extraen los instrumentos de las fundas que los protegen salen a la luz los violines con los que tocar una pieza armónica. Dicen que la experiencia es un grado y tras las dúctiles exhibiciones de los veteranos Ribas y Tomic -un bailarín del poste bajo- piensa uno que tal virtud representa muchos más en las escalas de Celsius o de Farenheit.

Y eso que el partido de las calculadoras, el de los dedos sobre el teclado de los números, un oído apuntando a Andorra y otro a Manresa comenzó con un espejismo ilusionante. El Baskonia quería rematar el cuarto puesto en este esprint de las últimas semanas que le ha conducido a las puertas de la esperanza y enseñó las pautas para hacerlo de salida. El 12-4 en poco más de tres minutos convalidaba la soltura, el dinamismo, la variedad de recursos y la precisión de este conjunto rehabilitado tras el paréntesis de febrero. Lástima que ayer redujera el catálogo a su versión más reducida en el tiempo.

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Porque desde entonces y hasta el término de un duelo eterno, -dos horas y diez minutos- el Joventut marcó las reglas del juego. El grupo alavés que abrazó el descanso tocado, que no hundido, flotaba con los puntos de Giedriatis y el talento ofensivo de Enoch, claudicante al otro lado del parqué ante la clase inabarcable del pívot croata. En un compromiso de ida y vuelta, el bloque de Carles Durán ofrecía síntomas superiores de baloncesto colectivo. Si llegó cuarto a Vitoria era por algo. O, en realidad, por mucho. Limpias circulaciones, extracción de chispas al viejo arte del bloqueo y la continuación y los fundamentos propios del juego.

Ya para entonces respiraba el Baskonia a borbotones intermitentes. Sequía adelante y demasiadas concesiones atrás a un adversario que ocupa con lógica y naturalidad los espacios. Sensaciones de que a la Penya le costaba mucho menos trabajo nutrire el marcador que a un Baskonia que encomendaba su espíritu a los arrebabos individuales ante el engrudo de un ataque pastoso. A cada acercamiento local respondía el equipo visitante con fugas de poco ruido y abundantes nueces.

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Aún hubo motivos para soñar con, al menos, un triunfo parco en la reanudación. Fases no mantenidas de mayor vigor defensivo, empeños en dificultar la tarea a un Tomic que juega al baloncesto como otros beben agua. Pero, de nuevo, cuando la Penya veía camisetas azulgranas acerándose por el retrovisor, los acelerones suficientes con los que mantener la distancia de seguridad.

En pleno desquiciamiento por el arbitraje, las huestes de Neven Spahija trataron, sin embargo, de ampararse en los golpes de riñón individuales. Sobre todo a cargo de Granger y de Fontecchio, pero con argumentos insuficientes -triples y penetraciones contra el mundo- para combatir el variado arsenal verdinegro.

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