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Baskonia - Maccabi Tel Aviv | Euroliga Jornada 8: Otra muesca de impotencia total

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RAFA GUTIÉRREZ
Baskonia - Maccabi Tel Aviv | Euroliga Jornada 8

Otra muesca de impotencia total

El Maccabi desnuda la vulnerabilidad de un Baskonia en plena caída libre de su peculiar resta y sigue

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Viernes, 5 de noviembre 2021, 20:13

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Más de lo mismo. Qué duro resulta admitir la evidencia. En este caso, la de un Baskonia que volvió a mostrarse en cueros frente a un Maccabi muy superior, de plantilla larga, completa y notable. Ocurre que esta temporada todos los adversarios lucen a ojos del club vitoriano una eslora mayor que la presuntamente real. Después de la horrible semana previa, saldada con precios de terceras rebajas en la gira rusa y con la visita del Real Madrid, el emblema deportivo de Israel desnudó la extrema vulnerabilidad de un cuadro, el azulgrana, en plena caída libre de resta y sigue. Un jarrón desplomado por la ley de la gravedad -léase el doble sentido del término- que deja restos de añicos sobre el hermoso parqué de Zurbano.

En el peor de los casos, y tras las tres tundas consecutivas e inclementes, se trataba de competir aunque el resultado volviera a enseñar la cruz de la moneda. Y el conjunto deshilvanado de Dusko Ivanovic trató de hacerlo mientras el de Ioannis Sfairopoulos mantenía al débil púgil alavés a una distancia prudencial de seguridad y hasta decerteza. Pero en cuanto decidió las fases de pisar el acelerador, se marchó de su oponenente con el 'reprise' de los coches lujosos.

El desigual duelo volvió a exhibir en el escaparate indeseable los vicios que mastica este Baskonia de los seis triunfos y las diez derrotas entre ambos torneos oficiales. Con el partido de ayer, cinco fiascos consecutivos resueltos muy en su contra con marcadores de escándalo y sensaciones preñadas de tristeza. De nuevo, una fragilidad interior que explotaron la fortaleza física de Reynolds, la clase incuestionable de Williams y el 'cabeceador' Ziziz, que remató hacia abajo media docena de envíos allá donde cuelgan los focos.

Esa hegemonía macabea dentro de las zonas que se suma a las exhibidas por otros oponentes más el talento de Nunnally y la enorme facilidad colectiva del bloque visitante para despedirse 'a la judía' se unió a la descomposición progresiva de un rival, el azulgrana, metido en una de esas 'escape room' de las que no encuentra el modo de salir. Ni siquiera con los fogonazos al comienzo del segundo cuarto que vislumbraron los primeros rayos de sol después de tanta penumbra acumulada.

Hasta entonces, el grupo de Betoño vivía de las primeras conexiones entre el venido a menos Granger con Knoko y algunos lanzamientos lejanos. Pero los cuatro triples sucesivos de Costello (dos), Enoch y el cancerbero Fontecchio -que se hartaba de robar pelotas a la olla- logró que la hinchada local se frotase los ojos de júbilo (27-21, minuto 13). Momentos para olvidar temporalmente los agujeros atrás y la ausencia de dinamismo adelante que más tarde explotaron en una traca terrestre. Subterránea incluso.

Está visto esta campaña que no hay alegría que tres minutos dure. El tiempo que invirtió el bloque amarillo en propinar al Baskonia otro de esos zarandeos (0-14 para 27-35) a los que, desgraciadamente, ya se viene acostumbrando. Otra vez los sudokus o jeroglíficos sin resolver de manera coral de media cancha hacia adelante, aderezados por concesiones defensivas y el despeje del espacio aéreo para mayor gloria de Zizic.

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Síntomas estructurales de una enfermedad preocupante. En un tiempo muerto Dusko reclamó a sus hombres que no enarbolasen la bandera de la rendición, algo refractario al carácter que tradicionalmente distingue al club del carácter por lema. Pero flota bajo la cápsula del Fernando Buesa Arena que los delegados en camiseta de tirantes y pantalón corto no creen en sus propias facultades.

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El maquillaje previo a la rúbrica de otra derrota cantada de antemano (62-83, minuto 38) utilizó la táctica de Juan Palomo a cargo de Baldwin, catador de sus propios guisos, y algún triple salpimentado de Fontecchio. Todo ello en un ambiente fatalista que venía a representar el último eslabón de una cadena oxidada y torcida.

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