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Baskonia 83 - 74 Valencia
El Baskonia cumple con su obligación y remata una semana perfectaEl Baskonia desenreda tras el descanso un partido incierto que le cose al objetivo de la Copa
No había disyuntiva que valiese. Era ganar al Valencia sí o también, por lo civil o según la senda criminal –entiéndase el contexto deportivo– que ... ofrecía el sabio y tosco Luis Aragonés por si fallaba el preferible plan A. Un triunfo de obligado cumplimiento para no divisar la Copa malagueña de febrero con prismáticos aún metidos en el otoño. Y detener, de paso, la peligrosa caída al abismo que hubiera supuesto la quinta derrota doméstica consecutiva, algo que nos retrotraería casi tres décadas atrás (temporada 95-96), cuando Felipe González se aprestaba a ceder el gobierno a Aznar. Mucho espejo retrovisor para nada bueno desde la perspectiva del club alavés.
Baskonia
Miller-McIntyre (6), Marinkovic (7), Dani Díez (6), Costello (9) y Kotsar (10) -cinco inicial-, Chiozza (7), Sedekerskis (15), Raieste (2), Mannion (-), Diop (-) y Moneke (18).
83
-
74
Valencia Basket
Jones (10), López-Aróstegui (-), Puerto (1), Pradilla (6) y Davies (12) -cinco inicial-, Ferrando (-), Robertson (13), Ojeleye (11), Toure (3), Inglis (19) y Reuvers (-).
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Parciales 15-19, 21-18 (36-37 al descanso), 26-20 (62-57) y 21-17.
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Árbitros: Juan Carlos García, Esperanza Mendoza y Fabio Fernández.
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Incidencias: Partido correspondiente a la décima jornada de la ACB y disputado en el Fernando Buesa Arena ante 8.106 espectadores.
Se trataba de coronar el primer puerto de alta montaña antes de viajar al Palau y recibir al Real Madrid en el cierre de la primera vuelta sin perder de vista la siempre arriesgada cita con el Tenerife de Txus Vidorreta. No quedaba otro remedio que vencer al tercero de la tabla si el equipo vitoriano quería evitar las marcas que deja en el cuello un nudo de corbata muy prieto. Y la ardua tarea se vistió con ropajes de realidad a lo largo de una primera parte demasiado encorsetada para la conveniencia de la causa local. El 27-35 del minuto 16 venía a insistir en la necesidad de picar mucha piedra para no alejarse del primer objetivo, cronológicamente hablando, del curso.
Admitamos que el grupo de Álex Mumbrú también puede enumerar la cuenta del mambo para lamentarse de sus abundantes bajas. Tres hombres que se quedaron donde antes fluía el Turia más Claver, espectador con la sudadera puesta en primera fila. Pero las ausencias en el Baskonia recuerdan al fuelle del acordeón. Sin casi disponer de manera efectiva de Mannion y Diop y con Rogkavopoulos para largo, Dusko Ivanovic recuperaba a los griposos Marinkovic y Sedekerskis, pero perdía a Howard, el menudo héroe de la semana.
Y la forzosa incomparecencia del hombre que custodia el arsenal de los triples inauditos, unida a la escasa aportación del escolta serbio desde las afueras, metía el compromiso en caminos interiores. Partido de pívots o de dobles figuras con pulsos muy interesantes entre ellos. Producciones introspectivas, de las de mirar hacia adentro, en las que Moneke e Inglis –el parachoques trasero más voluminoso de la ACB– se dañaban mutuamente. El azulgrana desde la energía; el taronja con la percusión de su corpulencia nada ajena al talento. Lo mismo que el visitante Davies libraba batallas de nivel con Kotsar, primero, y Costello después.
Había entonces mucho más esfuerzo que claridad de ideas. Faltaban ritmo, canastas en transición de las que tanto vive el cuadro vitoriano, decisiones firmes a la hora de atacar el aro visitante, exceso de circulaciones de balonmano salvo por la verticalidad de Chima y mirilla telescópica. Un duelo denso con tres aciertos azulgranas de quince triples al término de la primera parte.
Soltar el corsé
Ocurrió que Sedekerskis se señaló la hombrera para mostrar al público aliado y a los adversarios sus galones de capitán. Dos triples y una cabalgada también suya de un litoral a la otra costa nada más volver de los vestuarios situaron el encuentro en un cauce más proclive al Baskonia. Un tercer cuarto, además, en el que tejieron complicidades McIntyre y Kotsar porque el 'cinco' estonio clama por un base que le alimente. Una reanudación de alternativas (52-53, última ventaja taronja) y el sello de varios protagonistas. Empezando por Davies y siguiendo por sus compañeros Jones y Robertson o con momentos estelares del ya reseñado alero lituano y de Dani Díez.
Ya se veía algo tradicional cuando se enfrentan ambos equipos, que el carácter y el alma relucen más en el bando alavés que en el valenciano. El último acto mostró casi hasta su resolución a un oponente levantino al que le costaba generar ventajas ante la seria defensa local. Y resulta que un duelo de pívots halló el desenlace desde lontananza con los triples de Díez, Costello, Marinkovic y Sedekerskis (80-68) como eficaz modo de abrir hueco para protegerse del arreón final levantino antes que Chiozza cerrase el acta con su propio dardo.
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