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El descorazonador hábito de perder

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Gran Canaria 83 - 77 Baskonia

El descorazonador hábito de perder

El Baskonia compite, pero se hunde por las taras propias y la puntería lejana de otro equipo al que convierte en mejor

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Sábado, 13 de noviembre 2021

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Resultaría injusto negar que el

Gran Canaria

(20+16+20+27): Kramer (12), I. Diop (-), Ennis (15), Slaughter (22) y K, Diop (7) -equipo inicial-; Pustovyi (12), Shurna (-), Salvó (12), Albicy (-) y J. López (3).

83

-

77

Bitci Baskonia

(22+19+15+21): Sedekerskis (12), Granger (13), Fontecchio (14), Enoch (6) y Giedraitis (11) -equipo inicial- Kurucs (-), Peeters (-), Marinkovic (3), Baldwin (10) y Costello (8).

Ni siquiera el esbozo de algunas luces sirvió para ocultar la imagen proyectada de sus sombras particulares. Al cuadro vitoriano le faltan virtudes relevantes y propias del baloncesto, desde luego, pero padece una crisis de autoestima flagrante. La que en otros encuentros le ha propinado parciales escandalosos en contra sin oponer otra rebeldía que el maquillaje final. Ayer quiso borrar el ceño fruncido, pero lo cierto es que el conjunto se cayó. No aguantó en pie la ilusionante ventaja de siete puntos (44-51, minuto 27). Nada del otro mundo, claro, pero renta de interés ante la posibilidad de volver a la vereda de los triunfos tras la tunda inclemente del Palau.

Definitivamente, Dusko mira al patio de armas y contempla la mengua numérica de la tropa que le vale. Al margen de la desgraciada hemorragia nasal de Fontecchio, Ivanovic recurrió básicamente a un quinteto formado por el sólido Granger, los apuntes de renacimiento de Baldwin del tercer cuarto con canastones por un talento que no se le discute -sí otras facetas importantes en mes y medio-, Giedraitis, el soldado universal Sedekerskis y un Costello tan voluntarioso como fallón en boca de gol. Y, por cierto, tras permanecer ayer atornillado a la silla de los suplentes, Nnoko suma la escalofriante cifra de ocho minutos de juego en los tres últimos compromisos. Por si alguien tenía duda hacia dónde apuntaban algunos de los dardos virtuales que empuña entre sus dedos índice y pulgar el técnico montenegrino.

Hasta el descanso, el Baskonia se mostró mejorado en ataque -tampoco resultaba difícil- y con problemas para defender la zona de las acometidas canarias a base de entradas y continuaciones a la mayor gloria de Pustovyi. De hecho vivía del atino triplista de Granger y sus aleros más la actividad de Costello en el epílogo del segundo cuarto que prendieron una llama de esperanza. Sin alardes, el equipo alavés de tanto por remendar competía en pos de un triunfo con cierto efecto terapéutico. Pero cuando basta un mero soplo para tumbar a un elefante del pasado, mal asunto en el presente.

Esta campaña cualquier adversario -grande, mediano o sencillo- parece mejor a los ojos del Baskonia de lo que realmente es. Verdad que el cuadro de Fisac basó el triunfo tras la reanudación en la puntería lejana de Salvó, Ennis y Slaughter con misiles aéreos transfronterizos, pero cierto es también que este Baskonia -incluso el que ayer porfió hasta el término- necesita repostar de confianza un depósito muy justito de carburante.

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Ni siquiera el logro postrero de rebotes ofensivos le valió para decantar a su favor un duelo de corazón envuelto en el puño prieto. En pleno concurso de triples, el 'Granca' metió hasta la pelota de colores mientras su carcomido rival se lamía una heridas que ya requieren más vendas de 'tamaño pívot' que simples tiritas de farmacia. O una tortilla entera de analgésicos.

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