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Morabanc Andorra 78-79 Baskonia: El bendito despertar tras la siesta inicial

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PRENSA2 | AGENCIAS
Morabanc Andorra 78-79 Baskonia

El bendito despertar tras la siesta inicial

Baldwin remata con una de sus verticales penetraciones la reacción azulgrana después de otro pésimo arranque

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Domingo, 16 de enero 2022, 17:00

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También a este deporte cabe atribuir el más sencillo proverbio -filosofía de andar por casa- que cuelga del travesaño futbolístico. Después de apurar hasta el último sorbo el trago extraño en Andorra -bebida amarga con retrogusto de dulzura- puede afirmarse que «el baloncesto es así». Cómo explicar, si no, que la incomparecencia en espíritu y en alma del Baskonia cuando el árbitro principal elevó la primera pelota concluyese en un triunfo en el filo. El que selló Baldwin con una de sus verticales penetraciones 'made in Wade' a tres segundos de la bocina definitiva y no acertó a revertir Llovet, solo como el náufrago de la isla desde el tiro libre, en el último pestañeo. La moneda que pudo clavar la cruz azulgrana mostró la cara tres días antes de afrontar en Lugo la primera de las dos finales que franquean el acceso a la Copa.

Morabanc Andorra

(31+11+23+13): Miller-McIntyre (25), Oriol Paulí (6), 'Drew' Crawford (6), Conor Morgan (8) y Moussa Diagne (7) -quinteto titular-; 'Tunde' (3), Hannah (10), Mario Nakic (3), Nacho Llovet (3) y Víctor Arteaga (7).

78

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Bitci Baskonia

(18+20+24+17): Baldwin (22), Giedraitis (8), Peters (12), Fontecchio (8) y Enoch (2) -quinteto titular-; Granger (3), Costello (10), Kurucs (12) y Sedekerskis (2).

  • Árbitros. Òscar Perea, Javier Torres y Iyán González. Eliminado por cinco faltas personales 'Tunde' (MoraBanc Andorra).

  • Incidencias. Partido correspondiente a la jornada 18 de la Liga Endesa disputado en el Polideportivo de Andorra ante 1.643 espectadores.

Porque la puesta en escena alavesa anticipaba otra de esas generosas propinas al adversario que tantas veces se cobran el alto precio del fiasco. 28-13 antes del minuto 9 y 36-20 en el 14 evocaban el sonrojo en tono granate intenso de hace diecinueve días en Zaragoza. Durante ese tercio de encuentro parecía que el cuadro de Neven Spahija transitaba entra aquel mal y el ahora peor. Como que los protagonistas del bando visitante hubiesen estirado hasta horas muy poco recomendables la siesta previa al partido. Derrota federativa por incomparecencia si la mesa cerraba el acta entonces.

El estelar McIntyre abusaba de Baldwin con triples al pasar el baskonista los bloqueos por detrás o mediante la alfombra extendida para sus incursiones hasta el aro. El puñal del base-escolta que entrena el vitoriano Ibon Navarro, sumado al mal balance defensivo de un adversario lento y aturdido, anunciaba otra tarde de quebrantos para el crujir de los dientes.

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Menos mal que la alarma del móvil sonó, aunque fuera tarde. En un ejercicio de responsabilidad y vergüenza torera tras el 'tancredismo' inicial, la escuadra vitoriana recobró sus constantes vitales y se aplicó con vigor a la rehabilitación. Por fin oposiciones defensivas tras recibir 31 puntos en el primer acto y la determinación de Baldwin por solventar adelante sus deficiencias anteriores atrás. Al cuarto de la saga no se le discute el talento porque lo lleva de serie y su recital ofensivo, con Fontecchio de escudero antes del descanso, colocó la cita sobre los raíles de un equilibrio sostenido ya hasta el emocionantísimo desenlace. Parcial de 4-18 en seis minutos para convertir el 36-20 en un 40-38 a instantes del descanso. Una pregunta volvía a martillear las mentes que piensan en azul y granate. ¿Por qué conceder tanta ventaja para remar luego con la tripa a la altura de la boca?

Las dos versiones del equipo vitoriano la misma tarde. La, por desgracia, demasiado frecuente a lo largo de este ejercicio convulso que presagiaba otro hundimiento de la cabeza entre los hombros y el recuerdo de las señas de identidad pretéritas que infundían tanto tremor a los rivales. No está resultando una campaña sencilla, desde luego, distante de aquellas jerarquías pasadas, pero al menos el Baskonia invirtió el fatalismo a la vuelta de los vestuarios.

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Verdad que en ningún momento dejó de padecer el huracán que alentaba McIntyre, pero cierto es también que el grupo de Spahija mostraba -por fin- hechuras dignas de definirse como equipo tras claudicar casi un cuarto de hora en todas las facetas, incluida la del entusiasmo físico y la competitividad mental. El cuadro vitoriano, de cinco míseras asistencias hasta el intermedio, movía el balón con criterio y ritmo para rememorar el triple como arma de exterminio en el baloncesto moderno y mantener el compromiso en la angostura de un hilo dental.

Pecado de salida y perdón definitivo que, casi del mismo modo, pudo acabar en otra de esas penitencias ya conocidas esta temporada. La evitó Baldwin con la valentía de quien se siente el amo en los retos del uno contra otro. Y obtuvo la convalidación de Llovet, solo en el cráter ante la zona, cuando falló una especie de tiro libre que valía dos puntos. Salió el 2 en la quiniela después de jugar con las llamas que devoran los comefuegos del circo.

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