Una garrapata tiene la culpa

A. A..-

Iker Iturbe es jugador del Estudiantes y, muy a su pesar, no ha podido disputar ni un minuto de juego. Pasará la temporada en blanco a causa de una extraña enfermedad cuyas consecuencias aún son patentes. El alavés sólo pudo volver a realizar una actividad física «en serio» hace «unos dos meses y medio» tras un periodo de inactividad que llegó a ser «desesperante». Casi un año, desde agosto de 2009, el vitoriano ha debido despojarse de su identidad de jugador de baloncesto para adoptar la de un convaleciente. La culpa fue de una garrapata.

Iturbe empezó a notar que algo raro le pasaba en los primeros días de la pretemporada. «Después de tres sesiones, me sentía tan mal que ni me podía levantar de la cama». Un malestar, con dolores musculares y en las articulaciones, cuyo origen nadie pudo determinar en las primeras etapas. El alavés se sometió a múltiples pruebas y análisis hasta que un médico de Estados Unidos dio con la solución. El jugador sufría la enfermedad de Lime, que se genera por la picadura de una especie concreta de garrapata. Este insecto se encuentra en algunos estados de la Costa Este de Norteamérica, donde Iker suele pasar las vacaciones. Allí los ciervos corren en libertad por las zonas campestres y la mala fortuna hizo que uno de los parásitos que portaban los ungulados le picara. Aunque menos del 50% porta la bacteria que provoca la enfermedad -borrelia burgdorferi-, a él le afectó.

Un proceso largo

Una vez identifiado el mal, comenzó el periodo de curación. Pero esto tampoco fue fácil. «Es un proceso muy largo, con antibióticos. Hay días que vas bien y otros no puedes moverte de la cama. A medida que mejoras, vas recuperando una vida normal, pero pueden pasar meses».

Para una persona cuya profesión está vinculada al ejercicio, verse en una situación semejante resulta descorazonador. «Desde agosto hasta enero no se localizó el origen del mal. He pasado momentos muy malos». De forma paulatina, a partir del inicio del año, Iturbe pudo reanudar las actividades de una persona de la calle; es decir, levantarse, hacer algún recadillo y no caer rendido a la cama. «Vas con altibajos. Cuando parecía que no me dolía nada, otra vez tenía otro día malo de no poder salir de la habitación».

Pero todo tiene un final. «En febrero empecé a sentirme mejor y pude hacer alguna cosilla por mi cuenta, como algo de natación y bicicleta». A medida que fue sintiéndose mejor, «empecé a correr algunos minutos sin acabar rendido». Ya en marzo se sintió con las fuerzas suficientes como para entrenar de verdad. Con un preparador físico del Estudiantes «comenzamos sesiones en las que alternamos carrera continua y pesas; pero ya sin miedo, con confianza». De baloncesto, «nada hasta ahora. No he llegado a tiempo para los 'play off'. Es una lástima. Los tendré que ver desde casa».

Fin de contrato

Iker pasará una temporada en blanco y es consciente de que en su futuro profesional se atisban algunos nubarrones. «Tengo contrato con el Estudiantes y el club cuenta con una opción de renovarme para la próxima temporada. Pero soy consciente de que después de pasar una campaña así no me llegarán muchas ofertas».

Es el propio Iturbe el que apunta que la próxima temporada tendrá 34 años -los cumple el 10 de julio-. «No es una edad ideal para que me lluevan las propuestas. Pero tampoco aspiro a demasiado. La pena es que me gustaría acabar mi carrera profesional vestido de jugador de baloncesto y no dejarlo de esta manera, sin ningún contacto con la cancha».

Iker Iturbe es el único baloncestista vitoriano en la ACB. Surgió de la Ikastola Olabide y, a pesar de su dilatada carrera, no ha vestido nunca la camisola del Baskonia.