Adams y James, obligados a madurar

Concluido el curso, cualquier aficionado azulgrana hubiera apostado por la separación de Adams y James y la permanencia de solo uno de los miembros de la pareja en la disciplina baskonista. De hecho, éste era el plan del club vitoriano, con una clara preferencia por James y la pretensión de completar con un director de juego con más recursos directivos. Se intentó la contratación de Antoine Diot, pero el francés se decantó por el Valencia Basket y la propuesta lanzada a Oliver Lafayette tampoco tuvo respuesta positiva.

Finalmente, el Baskonia optó por mantener intacta su pareja de bases. Y lo hizo forzado por las circunstancias de un mercado que está convirtiendo en quimeras los bases organizadores. Los "unos" que quedan con sentido del juego y mañas en el arte del pase están atados y bien atados en clubes de mayor alcurnia en el baloncesto europeo. El Baskonia cuenta en su historial con genios de esta estirpe como Pablo Laso, Elmer Bennett o Pablo Prigioni; pero, hoy en día, no encuentra un hombre con la destreza y la materia gris de aquellos referentes. No en balde, la posición de base se ha visto sometida a cambios continuos durante las últimas temporadas sin llegar nunca a encontrar una fórmula equilibrada. El último gran referente no es otro que Thomas Heurtel, que también jugaba conjugando la primera persona del singular, aunque maduró lo suficiente como para elevar su altruismo sin traicionar su esencia como jugador antes de dejar su militancia azulgrana.

Ahora, Darius Adams y Mike James se abren paso como bases de nuevo cuño con una nueva oportunidad que aprovechar.

Prueba de fuego

Dos jugadores que se definen como "eléctricos" afrontan el reto de la maduración en un club que no suele dar un margen amplio para aprenderse las lecciones. Ambos vivieron el pasado ejercicio el duro peaje de la adaptación a competiciones de máxima exigencia como la Liga ACB y la Euroliga con sus luces y sus sombras, ganándose su correspondiente cuota de partidarios y detractores en la grada del Buesa Arena. El cartel de anotadores es su gran reclamo, con gran capacidad para el "uno contra uno", virtud escasa en la actual plantilla que va a manejar Velimir Perasovic. Los dos viven más cómodos en el juego de transición, pero su efectividad flaquea en el ataque a media cancha.

Esta es la principal vertiente de mejora, aunque convendría no esperar transformaciones radicales en dos jugadores que, fieles al carácter del baloncestística estadounidense, depositan una confianza plena en su personal manera de manejarse sobre la cancha. A Perasovic le toca moldear el juego de los dos estadounidenses, a base de limar excesos de protagonismo pero sin llegar a anular su identidad.