El Laboral Kutxa necesitaba imperiosamente una victoria que pusiera fin a las dos derrotas consecutivas en el campeonato liguero, pero esa cierta urgencia no se plasmó en el choque que transitó en los primeros compases entre el sosiego y la falta de intensidad. El partido pedía a gritos un aumento de las revoluciones; cierta adrenalina que acorralara a un Sevilla insuficiente de armas para dar un golpe al cuadro alavés. Fue Bourousis de nuevo el que acaparó los focos con el enésimo ‘doble doble’ (18 puntos y 10 rebotes) que consigue este curso, pero lo cierto es que fueron los aleros baskonistas los que agitaron un duelo demasiado espeso. Hanga en la primera mitad y Blazic en la segunda supieron cómo canalizar las necesidades baskonistas.
Seguramente, el alero magiar no se moverá en la excelencia de otros jugadores, pero no parece importarle el momento y el lugar. Su listón de energía y de defensa siempre es elevado y, bajo esa tesitura, dejó su sello en una primera mitad que requería acción de algún tipo, además de volver a poner sobre el parqué vitoriano la dosis de espectáculo que logró despertar a una hinchada un tanto apagada. Inició el duelo con uno de sus soberanos tapones y posteriormente culminó un ‘alley oop’ a pase de Darius Adams. Ya es un habitual entre las mejores jugadas de cada jornada.
Una de las innegables señas de identidad del cuadro vitoriano pasa por correr la pista y, en esa faceta, Hanga encarna esos valores. Así, consiguió romper esa estela monótona. Ya en el segundo cuarto, volvió a culminar otro ‘alley oop’, esta vez a pase de James, y posteriormente le robó la cartera a su rival para anotar una canasta al contraataque con tiro adicional, lo que levantó los ánimos del equipo. Al descanso ya acumulaba diez puntos en una faceta en la que no suele tener una gran impacto.
2 de 21 en triples
En la reanudación, el húngaro inició el capítulo anotador del cuadro de Perasovic con un triple, su auténtico talón de Aquiles. Con el 1 de 3 que firmó ayer, acumula un triste 2 de 21 en la competición doméstica, una coyuntura en la que se le debe exigir un paso al frente, una vez que la competición entre en una fase de máxima exigencia, como lo es el Top 16. Más si cabe, si es de una extrema dificultad, dado los rivales en liza. Al margen de la aportación estadística en ese apartado, el mayor problema radica en que los rivales apuestan por cerrarle las puertas de entrada al aro y le conceden la posibilidad de lanzar y eso cierra el campo.
Ahí concluyó el idilio del ex del Manresa con el aro, pero fue Jaka Blazic el que tomó el testigo y se convirtió en uno de los actores principales que provocó el fundido a negro sevillano, especialmente en el tercer acto. El esloveno se mostró preciso y supo leer las situaciones que el partido le proponía. Por ejemplo, encontró vías para plantarse solo cerca del aro y Bourousis, siempre dispuesto a ser generoso, no desaprovechó la posibilidad de regalarle un par de canastas sencillas.
Corbacho, la cruz
Así, el esloveno cuajó su mejor actuación a nivel ofensivo en la ACB con la elástica baskonista (16), solo superada por el duelo continental ante el Cedevita (20). Si los dos exteriores brillaron, Corbacho volvió a mostrarse un tanto errático de cara al aro. El máximo triplista de la pasada campaña no encuentra la confianza necesaria y registró un 2 de 7 en tiros de campo.