Hay una parte en nuestros miedos y en nuestras dudas que se mantiene inerte y paraliza tus intenciones. Te para, te frena. Te coloca en ... una zona plana donde no hay asideros a los que agarrarte. En cambio, hay otra parte que se rebela porque no quiere sentirse atrapado por algo que sabe que no le conviene. Ni ahora ni en lo que está por llegar, donde precisamente en nuestras manos está todo por hacer.
Lleva Maccabi demasiadas temporadas en un terreno casi plano en la Euroliga, con más derrotas que victorias y alejado de aquella élite que le vio alzar su afición y Europa entera. Algo que parece que no quiere que se vuelva a repetir. En una competición donde cada año la competitividad es más extrema y donde los equipos siempre se refuerzan más y más, Maccabi este año ha realizado un esfuerzo superior. El peso de su historia es demasiado consistente como para no hacer el esfuerzo de erguirse con decisión, y la ambición de su entorno le empuja a que sea así.
La intensidad y exigencia de Sfairopoulos, su entrenador, y la unión de talento y físico de su referente Wilbekin, han caminado demasiado 'solos' últimamente y necesitaban sentir que a su alrededor el grupo, el colectivo, pero sobre todo los 'nombres', les acompañarían en el imperativo de estar sí o sí al menos en ese play off de los escogidos. Y el esfuerzo ha sido importante porque hablar de Reynolds, Williams y Nunnally son palabras mayores: refuerzos físicos, Reynolds, y de calidad, Williams, en el juego interior y un jugador desequilibrante en el puesto que más equilibrio ofrece a un equipo, el de alero, con Nunnally. Si a eso le añades dos nuevas piezas de mucha calidad exterior, Evans y Taylor, que complementan el eje del equipo, tienes probablemente una de las mejores plantillas de Maccabi de los últimos años. Y no solo por nombres, especialmente por el juego.
Y es que Maccabi quiere contagiarse de la efervescencia de su locura macabea y trasladarlo al parquet, precisamente para dar motivos más que suficientes a su afición para vibrar. Su estilo es intenso, en especial hacia el ataque desde que tienen la posesión en sus manos. Sfairopoulos en su fuero interno sabe que con semejantes egos en el campo debe dejarles brillar en ataque para que le devuelvan a cambio su generosidad con esfuerzo defensivo. Ahí es donde radicará la clave de su éxito. Porque calidad en transición y en el 5x5 tienen, pero en defensa el compromiso no se corresponde de tal manera, salvo que se den cuenta de que pueden atrapar a su rival con su intensidad, su físico y su agresividad. Cosa que ocurre en ocasiones, yendo de más a menos en su defensa.
En cambio, hacia el ataque su versatilidad y sus variaciones son tantas que el peligro acecha de diferentes maneras. Tienen por fin una estructura de equipo de mucha calidad base-alero-poste con Wilbekin-Nunnally-Williams. A partir de aquí siempre suelen jugar con dos pequeños, Wilbekin y Evans (ojo con este jugador) y alternan su estilo con postes más sólidos y físicos como Reynolds o Zizic o bien abrir el campo con el talento de Williams o el intenso Caloiaro. Pero el diferencial de esta temporada, además de un más descansado y peligroso Wilbekin, es Nunnally que muestra su repertorio de calidad y sobre todo su ambición por situar a este Maccabi, esta vez sí, en lo más alto. Veremos.
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