El susto duró en Burgos dieciséis minutos (31-31). El tiempo que invirtió el Baskonia en aceptar que la velada podría albergar, hasta cierto punto, amagos de pelea deportiva con su necesitado rival. Pero a partir de entonces, y muy especialmente a la vuelta de los vestuarios, por fin mostró el equipo azulgrana los galones que siempre debería
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