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Valencia-Baskonia | Euroliga Jornada 1

La vida es más sencilla con Thompson

'El base' teje una alianza formidable con Kotsar para facilitar el triunfal debut del Baskonia en la Euroliga

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Jueves, 6 de octubre 2022, 20:03

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No lo dude. Ponga un Thompson en su cancha. O en el pasillo del apartamento. O en cualquier dependencia del hogar porque este hombre, 'el base' por antonomasia al que se refiere Joan Peñarroya cuando mira su plantel, convierte la existencia cotidiana en un trámite más sencillo. Naturalidad en vez del bíblico valle de las lágrimas. Definitivamente, la vida es más fácil con Darius de nuestra parte que en las filas del oponente.

El formidable recital de asistencias a cargo de este director con la batuta en la mano y gestos nada histriónicos facilita el debut triunfal del Baskonia en la Euroliga, esa competición de rango mayor en la que se le exige competir al margen de los resultados concretos. Para, cuanto menos, subir al desván del olvido el triste penar azulgrana el curso pasado a través del mapa que explica un continente viejo y ahora convulso.

Valencia Basket

an Rossom (5), Prepelic (12), Claver (3), Webb III (3), Alexander (4) -cinco titular- Harper (10), Puerto (5), López-Arostegui (-), Jones (5), Radebaugh (10), Dubljevic (-) y Rivero (14).

71

-

81

Baskonia

Thompson (8), Howard (12), Giedraitis (19), Hommes (8), Kotsar (21) -cinco titular- Sedekerskis (5), Marinkovic (5), Diez (-), Costello (3) y Kurucs (-).

Este tipo aclara al paisaje mediante pinceladas sutiles. Con él fluye el baloncesto vitoriano. Sin su presencia sobre la cancha, el equipo alavés sufre la duración de sus descansos e implora el retorno del guía a la pista. Organiza 'free tours' y se gana la voluntad de la comitiva. Especialmente de un pívot estonio con el que habla el idioma común de la cesta y de los puntos. Algo así como 'toma y métela'.

Después de tejer una alianza soberbia con Kotsar -otro espléndido debutante ayer del máximo torneo al margen de la NBA- en el viejo arte de las parejas durante el primer tiempo, la consigna de Álex Mumbrú en en la homilía del descanso parecía clara. Agobiar a Thompson para que la maquinaria azulgrana protestase entre chirridos.

Desde luego, si Darius fuese un repartidor de comida a domicilio habría que sentarse a redactar un contrato, pagarle la moto y el obsceno precio del combustible y hasta escuchar sus recomendaciones alimentarias. En La Fonteta, el base de pasaporte italiano y el 'cinco' báltico, exprimido por la baja a última hora de Enoch, entablaron una auténtica charla de vecinos en la escalera.

A partir de esa fértil conversación edificó el cuadro de Peñarroya la victoria en la temprana visita del técnico a la que fue su casa hasta junio. El éxito permite una doble lectura, además, porque en teoría tanto Baskonia como Valencia pelearán por discutir las últimas y carísimas plazas del 'play off' a esos megaproyectos que apenas permiten ver y ni siquiera se dejan tocar. Un club, el levantino, que «va más fuerte» de billetera según el técnico que estuvo allí y ahora vive acá. Que debe de conocer las cuentas bancarias en primera persona, vaya.

Desde el 31-23 adverso del minuto 13 el bloque azulgrana gobernó un duelo de vaivenes relativos. Porque el mando de la consola permaneció en las manos visitantes con un parcial de 2-19 entre ese momento y el arranque del tercer cuarto. Antes, a lo largo de un primer asalto de golpes cruzados, germinaban varios apellidos propios.

Desde la orilla que ve La Albufera sobresalía la intensidad inicial de Van Rosson, ese belga de enjundia que ya aparece cada ejercicio en el inventario taronja. Además de los siete puntos consecutivos de Prepelic, un rematador de primer grado. Y el daño inmediato que provoca Rivero, pívot que no requiere tiempo para calentarse y con el que empezó a pasar una mala noche Costello.

Por el lado alavés, la sociedad ilimitada que suscribían Thompsony un Kotsar hiperactivo y preciso. Y, cómo no, la erupción volcánica de Howard, ese hombre menudo que lo mismo falla un carro de balones que enciende la caldera mediante ocho puntos seguidos: dos triples y esa manera letal de avanzar con el primer bote hacia el aro contrario.

El marcador definitivo induciría a pensar que la tarea resultó ayer más simple que cuanto fue en la realidad. De hecho, el Baskonia hubo de recurrir de nuevo a unas cuantas fases de manos revoloteando en defensa para incordiar tiros locales. En ella intervinieron todos los componentes del grupo vitoriano, desde luego, pero justas parecen las menciones especiales a Giedraitis y Sedekerskis, los dos lituanos del plantel.

En ese sistema atosigante de contención se enredó un Valencia que sólo a base de empujes renales regresó al duelo justo antes del último acto (56-59). Pero a los balones divididos que casi siempre caían del bando vasco se unió en el tramo definitivo la irrupción poderosa del capitán azulgrana.

Giedraitis había aportado intendencia hasta el descanso. Y su comparecencia anotadora después terminó de convalidar el triunfo de un equipo que ofrece claros rasgos de identidad. Y no hay nada mejor que saber a qué se quiere jugar en la vida.

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